<<El Universo en que la divinidad
todo lo gobierna, de acuerdo con los tonalli
o destinos que permean cuanto existe, es el trasfondo, el escenario cósmico
en función del cual se desarrolla la expresión de la antigua palabra. En los huehuehtlahtolli se habla de topan, in ilhuicac “lo que está por
encima de nosotros, en los cielos” y así mismo de Mictlan, “la región de los muertos”, el inframundo. En contraste
con esos ámbitos de misterio, están tlalticpac
y tlalicpacayotl, “lo que se haya sobre la tierra” y “lo que es terrenal”.
Si poco puede saber el hombre acerca de “lo que nos sobrepasa, la región de los
muertos”, en cambio ante él se presentan las cosas terrestres. Su
comportamiento con ellas puede alterar su propio destino>>.
Huehuehtlahtolli.
Testimonios de la Antigua Palabra
En la cuarta queda probado que todas las
cosas que conocemos muy clara y distintamente son verdaderas, y a la vez se
explica en qué consiste la naturaleza del error o falsedad, lo que debe
saberse, tanto para confirmar las verdades precedentes como para mejor entender
las que siguen. Pero debe notarse, sin embargo, que en modo alguno trato en ese
lugar del pecado, es decir, del error que se comete en la persecución del bien
y el mal, sino sólo del que acontece al juzgar y discernir lo verdadero de lo
falso, y que no me propongo hablar de las cosas concernientes a la fe o a la
conducta en la vida, sino sólo de aquellas que tocan las verdades
especulativas, conocidas con el solo auxilio de la luz natural.
René Descartes. Meditaciones metafísicas.
El amor es un asunto privado de dos seres, y es impropio que se lo comuniquen al cura o al juez. El amor pierde su encanto con la publicidad. El amor necesita del misterio, del secreto; sólo así es bello... Los seres humanos han prostituido el amor al permitir que terceras personas intervengan en asuntos que sólo competen a dos. El amor está bien en la discreción de la alcoba. ¿Para qué interrumpir la sublime música de dos corazones con las amonestaciones del clérigo o la fría palabrería del juez? ¡Eso es echar margaritas a los puercos!
El amor que pide sanción, no es amor. El amor es espontáneo, ¡bendito sea el amor! ¡Amor perfume, luz, alegría: son la misma cosa! ¡Es la vida! Vida sin amor ¿qué vida es? Si hay vida es por el amor. Las plantas se aman. ¿No lo sabes? Pregúntaselo al polen que tiembla en el cáliz de la flor; pregúntaselo al insecto que hace vibrar sus alas en una canción que invita a la caricia sin que tú, curita, la sanciones, ni que el juez la autorice. El amor debe ser libre.
Ricardo Flores Magón, 1916.
El amor es un asunto privado de dos seres, y es impropio que se lo comuniquen al cura o al juez. El amor pierde su encanto con la publicidad. El amor necesita del misterio, del secreto; sólo así es bello... Los seres humanos han prostituido el amor al permitir que terceras personas intervengan en asuntos que sólo competen a dos. El amor está bien en la discreción de la alcoba. ¿Para qué interrumpir la sublime música de dos corazones con las amonestaciones del clérigo o la fría palabrería del juez? ¡Eso es echar margaritas a los puercos!
El amor que pide sanción, no es amor. El amor es espontáneo, ¡bendito sea el amor! ¡Amor perfume, luz, alegría: son la misma cosa! ¡Es la vida! Vida sin amor ¿qué vida es? Si hay vida es por el amor. Las plantas se aman. ¿No lo sabes? Pregúntaselo al polen que tiembla en el cáliz de la flor; pregúntaselo al insecto que hace vibrar sus alas en una canción que invita a la caricia sin que tú, curita, la sanciones, ni que el juez la autorice. El amor debe ser libre.
Ricardo Flores Magón, 1916.